1.- Ser músico en Argentina hoy es lidiar permanentemente con el paradigma sociocultural que nos etiqueta y nos juzga como un sector perezoso e improductivo que por propia voluntad decide mantenerse en los márgenes de todo sistema o estructura.
Pero también es indagar e interpelar la historia; es aceptar que nunca antes fuimos considerados como sujetos de derecho; que jamás tuvimos la posibilidad de participar parlamentariamente en la presentación de un proyecto de ley nacional que habla de nosotros, de lo que somos y lo que nos acontece como trabajadores de la cultura.
2.- Ser músico en Argentina hoy es morir electrocutado en un escenario a merced de la desidia de los productores, de la irresponsabilidad de los sectores empresariales y de la connivencia de aquellos que deberían controlar y garantizar condiciones mínimas de trabajo.
También es tener conciencia histórica y memoria colectiva; es recordar que hace veinte años el desarrollo cultural actual era inimaginable; que todos los sujetos vinculados a las disciplinas artísticas éramos invisibilizados, extranjeros en su propia tierra.
Es la oportunidad de construir colectivamente aquello que falta; es la oportunidad de reivindicar lo que hemos elegido como profesión, de trabajar solidariamente con conciencia mancomunada, y comprender que en el
contexto mundial actual nadie se salva solo.
3.- Ser músico en Argentina hoy es trabajar de cualquier otra cosa, vivir con lo puesto e invertir gran parte del ingreso en la sostenibilidad de nuestros proyectos artísticos; llenar de música en vivo los bares, pubs y espacios gastronómicos; contribuir en la generación de rentables ganancias económicos a sus propietarios; entretener y hacer,
por un instante, más amable la vida de los visitantes que salen a consumir y distraerse mientras nosotros desarrollamos un “hobbie”.
Pero también es poder tocar en miles de centros culturales y espacios abiertos como alternativa al circuito comercial; es admitir que muchos de esos centros culturales son sostenidos y gestionados a pulmón por amigos o personas cercanas que ponen en valor nuestra música y nos hacen protagonistas de otra cultura.
4.- Ser músico en Argentina hoy es haber crecido en la mentira de la Industria de la Música, del éxito y de la genialidad; haber sido rehenes de nuestra propia individualidad, de nuestro egocentrismo y delirio de grandeza; cómplices de una competencia constante en carrera hacia un podio que ya no existe, hacia un logro individual que ya no es posible, hacia una cima sin altura.
Pero también es haber comprendido que la música es un bien común que puede transformar la realidad sociocultural de las personas más allá de estéticas, géneros y estilos; es asumir un rol social en un entorno que puede coexistir con el capitalismo y el eurocentrismo.
Es haber aceptado que en estos tiempos de igualdad en la diversidad aún se sostienen discusiones retrógradas y conservadoras acerca de qué es la música popular o cuál es la verdadera música nacional, sin comprender que cualquier concepción totaliza, y que la totalidad no abarca al infinito de músicos que tienen el derecho y la libertad soberana de decir y hacer lo que dicta su corazón.
Es haber aceptado el Hip Hop y la Cumbia como medio de expresión legítima en una villa; es animarse a formar un coro de adultos mayores, a dictar un taller en un hospicio o en una cárcel; es tocar el violín en una orquestas juvenil formada en un barrio marginal; es tomar la música como instrumento necesario de transformación, es transformar la manera en la que el mercado hace utilitaria la música.
Es haber comprendido nuestra infinita responsabilidad ante el sufrimiento de aquellos que aún ven postergados sus sueños de ser y decir a través de melodías, acordes, ritmos y poemas.
5.- Ser músico en Argentina hoy es atestiguar una tensión simbólica; quedar a merced de una oferta y demanda desequilibrada, manipulada por la lógica del negocio que ejerce su poder de influencia a través de los medios e impone productos estandarizados considerando a los receptores como meros consumidores hacinados en
nichos, anulando su libertad de elección, y como consecuencia, excluyéndonos de toda participación.
Pero también es interpelar el orden dado; ir detrás de lo imposible; desaprender y desestructurar el pensamiento; es escribir nuestra propia historia; es desandar los caminos surcados por generaciones anteriores; es animarse a cantar aquello que escribimos, aquellos que nos identifica y dignifica sin más que el simple acto de hacer música como un gesto legítimo de libertad.
Es estar incluidos en una ley que contempla la necesidad de acceder a medios masivos de comunicación, que nuestras canciones suenen en las grandes emisoras y lleguen a otros oyentes, aunque no hayamos firmado un contrato con un sello discográfico multinacional, no seamos famosos y nuestra música no encaje con las exigencias del mercado.
6.- Ser músico en Argentina hoy es nacer en cualquier pueblo o ciudad del interior del país y no tener la posibilidad estructural de desarrollarnos como músicos, artistas y profesionales; es la miopía de políticas municipales y provinciales que consideran a la música como un capricho adolescente y a la cultura como un vacuo entretenimiento.
Pero también es ser hijo de laburantes; haber tomado clases de instrumento con el músico del barrio; haber accedido a la universitaria pública para profundizar los estudios musicales, o haber podido pagar la escuelita de música privada; es la posibilidad de comenzar o continuar con la educación formal.
Es abrazarse a la docencia como un medio de resistencia y subsistencia; es admitir el fortalecimiento de la educación y, en perspectiva, añorar la inclusión de herramientas concretas en la currícula formal que apuesten a nuestra formación como profesionales más allá de teoría de solfeo.
7.- Ser músico en Argentina hoy es pagar para tocar; es la sesión de los derechos de autor a cambio de acceder a grandes festivales privados esponsorizados por empresas multinacionales que recaudan para sí mismas y no aportan un sólo centavo al sector de la cultura.
Pero también es tener acceso libre a la información sobre nuestros derechos como autores, compositores, intérpretes y productores fonográficos; es comprender qué son las organizaciones de gestión colectiva como SADAIC; es participar de AADI; es conservar nuestro derecho legítimo ante CAPIF; es admitir un cambio de época en la cual prima el compartir con el otro todo aquel conocimiento que ayude a proteger y garantizar sus derechos intelectuales como base individual del crecimiento colectivo de la música.
8.- Ser músico en Argentina hoy es crear, ensayar y trabajar las composiciones, invertir dinero en grabarlas y editarlas en un disco; es salir a tocarlas y compartirlas con la gente; es no cobrar caché ni honorarios profesionales; es no tener ART a la hora de subir a un escenario precario; es no tener garantías de cobrar nuestro derecho de
autor en SADAIC; en síntesis: es amor al arte.
Es ensayar o grabar en el estudio de un amigo que pudo comprar un sistema de sonido, ponerlo a trabajar todos los fines de semana con diferentes bandas, ahorrar algún dinero e invertirlo en equipos de grabación de audio y comenzar a concretar el sueño de tener su propio emprendimiento, en el cual ya se han grabado muchas canciones de muchos músicos.
Es hallarse en la creciente multiplicidad de propuestas musicales; es reconocer nuestra autogestión e independencia creativa y productiva; es crecer en la cantidad y cualidad de las innumerables producciones discográficas que proliferan a lo largo y ancho del país; es admitir que este notable desarrollo no responde a un logro individual sino a un contexto histórico que necesita de nuestro compromiso para que continúe e incluya a nuevas generaciones.
9.- Ser músico en Argentina hoy es convivir con un dólar oficial a $10 y un dólar blue a $16 que limita el acceso a nuevos instrumentos y equipos, e influye en nuestro presupuesto a la hora de producir fonogramas y editar discos; es sostener desde nuestros ingresos la rentabilidad de las salas de ensayo, de las casas de instrumentos, de los estudios de grabación, de las fábricas e imprentas de discos, de las tiendas digitales, de los productores, managers, agentes de prensa, realizadores audiovisuales y diseñadores gráficos, y de muchos otros actores que hacen a una industria creciente de la cual siempre somos clientes.
Es situarse en un contexto en el que la economía se basa en la producción de bienes, en los cuales también se incluyen los bienes culturales, de los cuales los músicos somos hacedores concretos al disponer de las condiciones mínimas que hacen posible que nuestras canciones, discos y presentaciones en vivo aporten al crecimiento del patrimonio cultural del país.
Es la posibilidad de producir un videoclip, un arte de tapa, un espectáculo
colectivo, un concierto, una gira por el interior, un disco físico; es potenciar el desarrollo de las industrias regionales que le permite a otros actores trabajar, crecer y prosperar.
10.- Ser músico en Argentina hoy es una posibilidad real y una potencialidad que puede desmoronarse en manos de un gobierno cuya política de Estado reivindique la música como negocio, su voraz lógica de libre mercado y la importación de productos estandarizados, en lugar de priorizar las necesidades de los ciudadanos.
Es haber tomado conciencia histórica, social y cultural; es permanente construcción de sentido; es alimentar el espíritu con las canciones de quienes conocemos, con quienes compartimos la cotidianeidad; es oírnos y escucharnos entre nosotros; es comprar los discos que producen con mucho esfuerzo nuestros colegas; es abandonar el egoísmo poniendo a la música como el centro y eje motor de todas las cosas. Es aceptar que esta conciencia colectiva no es fruto de la casualidad sino consecuencia directa de un sentido de pertenencia creciente.
Es sentirnos valorados y representados como sujetos por un Instituto creado y administrado por y para los músicos, cuyas políticas de fomento son pensadas y aplicadas por y para los músicos.
Es asumirse portadores de un derecho humano que debe ser custodiado y defendido más acá o más allá de los gobiernos; que exige la permanente memoria de aquellos que sufrieron y de aquellos que murieron reivindicándolo; de los sectores que echaron luz sobre la dignidad, la inclusión, la igualdad, y los valores socioculturales que la historia convirtió en canción y poesía.
11.- Ser músico en Argentina hoy es aglutinar cada una de estas circunstancias; y este manifiesto no es más que la comprobación fehaciente de que ya no somos los mismos sujetos, que podemos pensar el quehacer musical en relación con el Estado, con las políticas públicas y privadas, con el mercado y la industria cultural, con la gente y los
colegas; es en sí mismo un acto de libertad de expresión, participación ciudadana en la democracia, y como tal nos obliga a hacer una pausa, mirar hacia atrás y reflexionar; aceptar que aún queda mucho por hacer, muchas realidades por cambiar, pero también entender que esa infinidad es en sí misma una posibilidad que sólo depende de lo que estemos dispuestos a resignar para conquistarla en nombre del infinito de músicos que habitan este país.
PORQUE Ser músico en Argentina fue, es y será una posición política; una cosmovisión; la incesable búsqueda de belleza imaginaria que haga del mundo un lugar mejor.